domingo, 5 de diciembre de 2010

Pídele a tu mujer...

Pídele a tu mujer que te abrace.
Oculta la cara entre sus brazos.
Dile que te cuente
que en casa
te esperan tus hijos, orgullosos de su padre.
Que todo está bien,
que no pasa nada,
que te quiere.
Pídele que te tape los ojos con las manos,
así, como ella sabe hacer,
en una larga caricia prolongada
desde la nuca hasta la boca.
Dile que te susurre al oído
que lo diste todo,
que sigues siendo el mejor,
que Dios sabe que eres un buen hombre.
Mira al suelo mientras te besa la frente,
los zapatos rojos que lleva,
aquellos que le compraste
en aquella tienda durante aquel viaje.
Y sus pies pequeños,
tan fríos,
donde choca la lágrima.
Dile que os vais a casa,
que te duchas rápidamente y sales,
que te espere.

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