sábado, 20 de abril de 2013

Ya no debo parecer tan fiero


Les puse mi peor cara,
desde el coche,
con la ventanilla bajada,
junto a la puerta del colegio.
Salí después
sin la chaqueta.
Los brazos al aire.
El cuerpo a la vista.
Apreté las manos
con fuerza para que la tensión de las palmas
corriera hasta
los hombros
y se marcasen
antebrazo y bíceps.
Los miré fíjamente mientras
se acercaban a la puerta.
Abracé entonces a mi hija.
¿Aquellos son los niños
que dices que
te molestan en la clase?
Se metió en el coche afirmando con la cabeza
sin querer mirarme
Cuando salieron, ya frente a mí,
los vi reírse
señalándome.
Ya no debo parecer tan fiero.