lunes, 5 de marzo de 2012

Murió la ciudad que soñaba

Dos mundos codificados interferían la señal
del transistor que pegaba a mi oreja
para escuchar las noticias que desde aquel lugar
me tenían despierto durante el día.

Tres horas pasaron sin nuevas voces
pero sabía lo que había ocurrido.
No sé por qué lo sabía. No preguntes.
Iba todo tan despacio.

Y el rubor subió a su mejilla cuando
expliqué, con el detalle del cirujano,
todos los entresijos de aquella encrucijada,
como si yo fuese el estratega.
Pero lo conocía.

En babia por las torres caídas de Babelia
me quedé sin saber entonces qué responder
cuando me preguntaron por qué.
Murió la ciudad que soñaba. Lo sé.