miércoles, 8 de diciembre de 2010

Desde la última vez

No puede sufrir quien no sepa
lo que hay detrás,
decía la lección
que nunca quise aprender
porque no podía sujetar
en mi solapa la insignia de su olvido.

Y así de nuevo volví a la casa
en la ciudad que un día
nunca abandoné
porque detrás estaba todo lo
que no debía desaparecer.
Los amigos, el vendaval de risas
y el murmullo de la voz de fondo
que aseguraba
que nada había pasado
desde la última vez.

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