Sacó la moneda.
Elige, ofreció.
Se giró y no quiso saber nada.
Cómo son estas mujeres, se quejó.
Apagó las luces de cruce y reclinó el respaldo.
Dormiré hasta que lleguemos.
Avísame si pasamos por Orión, quiero comprar una postal de su cinturón para llevarle a mis padres.
Bostezó, tres veces. Se frotó los ojos con el dorso de las manos.
Siempre estás pensando en las mismas cosas, se lamentó.
Reclinó su respaldo y subió el volumen de la radio.
Desde que instalaron el piloto automático, viajar ya no es lo que era.
Ya no puedes sacar la mano por la ventanilla. Ya no puedes parar.
Déjalo, ya estás con lo mismo.
Sabes cómo soy. Me gustaba la vida antes.
¿Por qué tuvimos que irnos de la tierra? Sólo por no estar cerca de mis padres.
Y todo aquello, no te olvides. Aquello. Aquello.
Ah sí, perdona, lo había olvidado.
No importa. Descansa. Despiértame si llegamos a Orión.
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