Hoy, por fin, me he despertado
prometiendo que no volvería a pensar en ella.
Que de qué me sirve, que para qué seguir con lo mismo,
que no por mucho que imagine alguna vez sucederá lo que imagino.
Y ahora ya, tarde, al final del día,
veo que casi lo he conseguido.
Apenas la he recordado,
salvo todas las veces
que en silencio la he llamado,
si no fuera por el nombre que no me quito de la cabeza,
o ese gesto, reincidente, que se repite en un bucle
entre el papeleo,
o la vena que le surca el cuello,
bajando en un mapa que promete
tierras aún más felices,
y que irrumpe en el periódico a la hora del café,
entre la borrasca irlandesa para el fin de semana
y la previa de un partido del Atleti.
O ahora, que lo pongo por escrito,
cuando me felicito por
haber conseguido,
por fin,
como me prometí a primera hora,
no volver a pensar en ella.
No hay comentarios:
Publicar un comentario