lunes, 3 de enero de 2011

... y entonces golpeaba

Si tus pies huyen pídele a tus entrañas que no avancen.
Ella sabía hacerlo bien.
Tenías el asalto perdido,
una vez más,
pero lanzabas un último golpe al aire.
Ella sabía hacerlo bien.
Ganar por ganar, por intentarlo.
Por no perder esta vez.
Y daba ya igual por qué luchases.
Con precisión de forense
jubilado cortabas las palabras
a mitad de camino
buscando la velocidad,
el frenesí, cualquier cosa que
indicase aceleración,
cantidad y, con ello, razón.
Ella sabía hacerlo bien.
Te lanzabas cuando la cabeza
ya retrocedía
buscando ese chispazo,
la suerte inesperada,
un poco, sólo un poco de fortuna
para encontrar la palabra perfecta.
El argumento que sepulta
todas sus palabras.
Ella sabía hacerlo bien.
Esperaba con los brazos relajados
a que subieses los tuyos
tan nervioso, tan ausente,
tan poco controlado.
Y entonces golpeaba.

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