viernes, 4 de febrero de 2011

Eso no es divagar

Hablo de más. No me dejes hacerlo.
Se me suelta la lengua y ahí ando lanzado
y de repente me doy cuenta.
Pero entonces me señalas y delante de todos me dices: divagas.
Si puedes evitarlo no me dejes. Sabes que tengo propensión
a creerme lo que digo, aversión a los silencios.
Son incómodos.
Alrededor de esa mesa, todos mirándonos, como si jugásemos a la ruleta rusa
y nadie quisiera reconocer que es su turno.
No soporto esas situaciones. Ya me conoces.
Prefiero lanzarme y contarlo.
No sé pararme después.
Aquella película, él con su sombrero calado, la gabardina abierta,
sólo abotonado el botón intermedio de la americana,
los bajos del pantalón húmedos, los zapatos mojados,
la sonrisa torcida. Vale, es una mueca, no una sonrisa.
Y el pitillo colgando, encendido, el humo en los ojos.
A él no le molesta. Ya sabes que película te digo.
Yo quiero ser él. Eso no es divagar. Pensar en voz alta, tal vez.

No hay comentarios:

Publicar un comentario