Quiso leer entre líneas
en las palmas de sus manos
y encontró una ventana
con estrellas que brillaron
azules.
¿Dónde irás, ahora, que no vas?
Le soltó acariciando el dorso,
las falanges,
el roce de la uñas.
Leyendo el mensaje
sin codificar
de su mirada.
Al otro lado
de la ventana
y de unas estrellas que se entornaban
azules.
Y volvió a la canción
que le mostró,
repetida, reincidente,
que se filtraba
tras la ventana
donde las estrellas
ahora
se apagaron
azules.
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