martes, 13 de agosto de 2013

Como siempre

Como siempre, parecía.
Como un lunes de entonces.
Como cualquier mañana.
Como el último invierno,
como el primer abril.
Como ayer,
que mis manos no olían a tu cuerpo,
que no sabía aun a qué sabías,
que no te había visto en otro plano,
en nuestra dimensión de tu cama
al borde del abismo
al que salté.
Como siempre, en el hola, buenos días,
en las canciones,
en el autoengaño entre líneas,
en el muro que levanté
y al que aprendí a trepar
para mirarte al otro lado.
Como siempre, en el temor,
en las propias mentiras
que quise creerme,
en la nada, que lo fue todo,
en la rabia, incontrolada,
mezquina,
en el fracaso.
Como siempre,
como cualquier lunes de entonces.
Pero como nunca ya.
Como el futuro
que ahora no entiendo.
Como el abril
que llegará en otro idioma.
Como el invierno que me encontrará desprotegido.
Aun más perdido. Frágil.
Como este llanto nuevo
que no esperaba,
que me empaña los ojos en la foto del pasaporte
y en el que flota un sueño
con el que había dejado de soñar.
Como si nunca te hubiera querido,
sabiendo que siempre lo hice.

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