domingo, 13 de marzo de 2011

Uno de los dos será cristal

Soy yo del revés
el mismo que mira en el reflejo.
He ganado peso. Lo dijo la báscula.
Lo veo por encima del calzón.
Y el flequillo con la raya contraria.
Cazo el aire y me devuelvo el golpe.
Detrás, sombra de ladrilllos
y una tubería al descubierto,
junto a la camilla,
por encima de mis zapatos limpios
y mis pantalones doblados.
Soy yo girado
el que me mira con las venas
huyendo por el cuello.
Las cejas levantadas.
Los dientes apretados.
El mismo que mueve los pies y
cuenta las pedaladas en el cristal.
Soy yo quien suda más allá,
los hombros caídos
los ojos entrecerrados,
los puños abiertos aún.
Me miro y no me veo.
He perdido rapidez.
Lo sé. Si agito las manos a la altura
del pecho
puedo contar los jabs.
Antes no.
Al otro lado soy yo quien observa
tras un giro de 180 grados
con los párpados cambiados
y la cicatriz al otro lado.
Soy yo quien sabe,
desde este rincón,
que cuando lleguen los golpes
uno de los dos será cristal.
Pero no sé cuál.

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